viernes, 14 de septiembre de 2007

Sonrisa/Paises/Egipto


Egipto, 1999.
"Zapatero a tus zapatos" y antonimicamente podria decirse:
"Si nunca llevaste zapatos...para que ponertelos."

La guerra de los seis días entre Egipto, Siria, Jordania e Iraq de un lado e Israel del otro, entre el 5 y 10 de Junio de 1967, se resolvió en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo muy poca gente sabe porqué un ejército como el egipcio fue abatido tan rápidamente. La respuesta es simple:
sus soldados vestían botas.

En 1999 circulé por la carretera que va de Alejandría a El Cairo en autobús y lo que más me sorprendió fue la gente que salían a saludarnos a la vera de la ruta.
No eran gentes demacradas, serias o mal dispuestas, al contrario, eran gentes que mostraban una felicidad espontánea que sorprendía aún más cuando descubrías que su sonrisa se desparramaba de oreja a oreja a pesar de que seguramente aún no habían comido, de que solo vestían una simple túnica y de que sus zapatos brillaban por su ausencia.
El viaje no era un simple autobús en medio de un mar de arena limitado por alguna que otra casa con sus típicos cilíndricos palomares a los que son muy aficionados los pueblos árabes.
Se trataba de toda una caravana de autobuses repletos de turistas y protegidos por el ejército egipcio como si de un convoy militar se tratase.
Hay que decir que semanas antes se había producido un ataque terrorista en Abu Simbel contra unos cuantos turistas.
Una de las principales riquezas de Egipto es el turismo y por lo tanto, con muy buen sentido, hay que proteger lo que da de comer, lo demás son "gaitas".

Cuando llevábamos una hora de viaje el autobús sufrió un pinchazo y en lugar de proceder a la reparación, lo que habría proporcionado un potencial blanco fácil para los posibles terroristas, la columna militar se dividió en dos.
Una parte de ésta columna con el resto de autobuses continuó el viaje como si no hubiese sucedido nada. Nuestro autobús junto a un pequeño grupo de militares esperamos la llegada de un "nuevo" autobús y les puedo asegurar que en algún que otro momento me preocupó más el nerviosismo de aquellos militares que un posible ataque terrorista.

La sonrisa increíblemente bonita de aquella gente al borde de la carretera, sus pies desnudos así como su ligereza de posesiones me hizo preguntar al chofer por la guerra de los seis días con el fin de obtener información de primera mano.
La respuesta fue rapidísima:

- "perdimos la guerra porque nos hicieron vestir botas militares".

Hasta el momento de comenzar la guerra ningún soldado había vestido un par de botas y cuando tuvieron que calzarlas, el caminar por el desierto, algo habitual en ellos, se había convertido en un verdadero martirio.

Al no poder caminar las operaciones militares se convirtieron en un grave problema de ortopedia en lugar de un problema de estrategia.

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