jueves, 13 de septiembre de 2007

Emigrantes


Emigrante, bella palabra cuando se tiene en cuenta en presupuestos estatales por que produce beneficios sin producir cargas.
Emigrante, sinónimo de trabajo duro, cultura diferente, lengua extraña, compañeros hostiles, condiciones de vida más que dudosas y un sin fin de etc.

¿Porqué nos asombramos en España cuando hablamos de emigración?
Hace tan solo unos años la economía española se sustentaba en gran medida por los ingresos que los sufridos emigrantes enviaban desde Europa y algunos más osados desde América.
¿Háblenme de una persona que no haya tenido un pariente cercano, un amigo o simplemente un conocido que fuera Emigrante?
Eso no existe en nuestra sociedad, al menos en una franja de edad por encima de los 35/40 años. Ahora los emigrantes españoles se han convertido en altos ejecutivos respetados en todos los ámbitos de la sociedad, en funcionarios internacionales escuchados en los mas diversos foros y, entre la gente joven, en "erasmistas" que disfrutan de las bondades de otras Universidades en Europa.
Contemplando todo este movimiento se encuentran los Emigrantes de toda la vida que quedaron aparcados y sin posibilidad de volver a su país de origen, España.

Recuerdo con cariño a un Emigrante que en el año 1992 con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América tuvo la oportunidad de volver a España de vacaciones, pagadas por un organismo oficial.
Hacía 52 años que había salido de su tierra, Galicia, y fue uno de aquellos que no se hicieron ricos, porque hubo muchos más que no "hicieron las américas" que de aquellos que volvieron supermillonarios.
Con aquel señor hice el regreso a su lugar de emigración, Uruguay, compartiendo fila en el avión que nos llevaba.
Para los conocedores será obvio pero para quien no ha tenido ésta experiencia puede ser clarificador: 12 horas de viaje en unos asientos que, como en todo avión en clase turista, son estrechísimos.
Aquel compañero no se movió durante todo el viaje pero además de ser un poco gordíto pasó todo el tiempo con ambos brazos en jarras.
Cuando estábamos a punto de llegar me confesó su secreto.
Durante 52 años había soñado con beber un brandy español con la seguridad de que era realmente español y allí tenia a este gran personaje con ambas botellas de brandy "103" adaptadas en cada bolsillo interior de su chaqueta lo que le hacía mucho más ancho de lo que en realidad era y con las consiguientes molestias para su vecino de asiento, yo.

Este año hice mi travesía del Atlántico número 74 y sin embargo no creo haber vivido una anécdota tan molesta y a la vez emotiva como la de aquel Señor Emigrante.

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