viernes, 19 de octubre de 2007

Sonrisa/Paises/Bélgica




Los belgas son gente verdaderamente especiales, cultos, pacíficos, educados.

¿Cómo no llegan a comprenderse diez millones de habitantes?

Son un pueblo con un nivel de vida envidiable. Durante mucho tiempo fueron la envidia de los otros países de Europa por sus autopistas iluminadas, claro, hay de decir que el cobre era baratísimo para ellos. Aún tenían el Congo y aprovecharon para hacer lo que los otros no podían hacer.

Ya en 1928 inaguraron el que era el edificio de apartamentos mas lujoso de toda Europa, "Residence Palace" . ¿Cómo poder imaginar que el apartamento más pequeño tenia ocho dormitorios y el mayor veintidós? Ahora estamos peleándonos por uno o dos dormitorios a precios desorbitantes.

Actualmente no forman gobierno después de las elecciones, pero eso no importa, las cuestiones estatales siguen funcionando perfectamente. ¿En qué país del mundo se pasan más de 116 días o 148 días como en 1988, sin gobierno y no pasa nada? Al final todo se arreglará como dicen los expertos, "a la belga", rizando un poco más el rizo, complicando un poco más este país federal.
Complicado por sus diez millones de habitantes, tres lenguas, tres parlamentos,cuatro diferentes comunidades, 10 provincias, innumerables comunas y un solo rey. Y si todo esto no fuera suficiente habría que tener en cuenta el hecho de que Bruselas, la capital, es la sede del mayor numero de Instituciones Internacionales en el mundo, lo que hace que en un millón y medio, aproximadamente, de habitantes se contabilicen hasta sesenta nacionalidades diferentes, ¡Puff!.

Recuerdo que cuando llegué a ésta tierra, después del trabajo, acostumbraba a tomar una cerveza belga en alguna de las cervecerías populares y me dedicaba a observar a los aborígenes. Bélgica no era un país desconocido para mi, hacía muchos años que hacía visitas esporádicas y rapidísimas a éste país. Lo cierto es que no tenía una idea clara del eco/biosistema belga. Vine en plan "descubridor" y con alguna que otra reticencia.

Las cervecerías dan para mucho.

Comencé por constatar que todos eran muy cariñosos. Cuando entraban a la cervecería todos besaban a todos, ¡joder! ¿que pasaba?. ¿Sería una costumbre? ¿eran todos familia? ¿los vecinos se querían tanto como para eso? ¿estaban todos "beodos"? No comprendía nada y sobre todo después de que un día llegó el supuesto comisario de policía de una gran comuna de las que componen Bruselas y se lió a besos con todos.

Después de algún tiempo observando a los mismos clientes todos los días, descubrí porqué el país es el número uno en BDs (bandes dessinées). Delante de mí tenía a Tintin, el profesor Tornasol, al Comandante Adhoc, incluso al perrito Milú.
O los dibujantes lo tuvieron fácil y se dedicaron a copiar los rasgos de lo que veían en los bares entre cerveza y cerveza o se produjo un caso de mimetismo y después de haber sido creados los personajes virtuales, los belgas, trataban de imitar a aquellos héroes dibujados.
El colmo se produjo hace poco cuando entré en un supermercado y me encontré a un señor tan coloridamente y estravagantemente vestido que realmente parecía salido de una historieta,
¡No me lo podía creer!
En las cervecerías, las cervezas corren una detrás de otra y según pasa el tiempo se ve el decaimiento de los clientes, algunos dormitan en la barra, otros en las mesas y al mismo tiempo los trazos de sus siluetas se van acentuando, - los dibujantes lo tienen aun más fácil-.
¿Que estarán pensando? ¿Que esperan? si es que esperan algo. ¿Cual es su plan de futuro?
Me comenzó a preocupar el hecho de formar parte de este paisaje, porque si era así…yo también era una caricatura.

"Las migraciones a la larga, en lugar de producir integración y bienestar, han producido grandes bolsas de soledad, el mayor problema del siglo XXI. En tu lugar de origen, bien o mal, siempre tienes a la gente con la que has compartido tus mejores años y tienes la oportunidad de recordarlos. ¿Eso es la calidad de vida en la madurez?"

Este pequeño comentario, con tanto fondo, me lo hacía un buen amigo, hijo de embajador, que había pasado toda su vida cambiando de país.

Primero siguiendo a su padre, después por los colegios, más tarde fueron las Universidades y últimamente por sus trabajo.
"La globalidad nos puede beneficiar en mucho pero nos está volviendo locos, ya no sabemos dónde están nuestras raíces, si realmente las tenemos". Decía.

No hay comentarios: