martes, 30 de octubre de 2007

Amor empírico o Empirísmo del amor


Si tuviera que definir algo tan complejo como es el amor con una simple y fría fórmula matemática no tendría demasiados problemas:

A = T + C + Cª + S.

Además añadiría la consabida frase: "el orden de sumandos no altera la suma".

A por amor; T por ternura; C por cariño; Cª por complicidad y S por sexo.

Parece muy fácil a simple vista sino fuera porque para cada individuo éstas premisas significan cosas diferentes.
Preséntenme dos personas que coincidan en su apreciación de cualquiera de éstos elementos y el mundo no será lo mismo.
Somos seres únicos pero no únicos como especie, somos únicos en nuestro "yo" individual y por eso mismo somos diferentes.
Sería excesivamente fácil ir al diccionario de la lengua y buscar las diferentes definiciones de éstos términos los que, estoy seguro, provocaron discusiones sin fin entre los académicos antes de llegar a un consenso que se pudiera escribir y sirviera para todos.
La ternura se me antoja próxima y familiar. El cariño intrínseco a una relación de confianza. La complicidad se me parece unión de espíritu en el pensamiento y el sexo unión carnal para certificar los otros componentes del amor.
No se puede decir "te quiero" sin corroborar un compromiso tan profundo que nos une definitiva y unilateralmente a la otra persona. No llego a entender a las personas que son capaces de expresar ese "te quiero" tan a menudo que termina por no tener un significado intrínseco a su personalidad.
El "te quiero" es único. No resulta fácil repetirlo después de una experiencia de muchos años.
En la juventud es diferente, de alguna manera todos exploramos nuestros propios sentimientos, es el "juego iniciático".

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