lunes, 28 de enero de 2008

Educar si, educar no, si, no, si, no, si, no.......


Hay días que me resulta verdaderamente difícil pensar que el sistema educativo a nivel mundial es el correcto.
Pasamos el día a competir y a intentar ser los mas ricos.
Los valores básicos de solidaridad, comprensión, humildad, estudio, paz…se ven arrinconados cada vez más en la oscuridad del olvido.
Los sistemas de estudio están enfocados en ser superiores a los que tenemos justo al lado de nosotros.
Las bolsas de paro, pobreza, discriminación, abandono se incrementan día a día y ya no nos conformamos con nada.
Nuestra excusa es "la calidad de vida" cuando deberíamos decir que sacrificamos todo por el "poderoso caballero D° Dinero".
El humanismo como tal se ha perdido y la sociedad solo mira en una dirección, es como si el músculo esternocleidomastoideo complexo estuviera bloqueado y no tuviéramos la oportunidad de mirar hacia otro lado, ¡vaya! como si el cuello estuviese bloqueado y no pudiéramos girar la cabeza.
Recuerdo viejos tiempos donde en algún país que visité una de las asignaturas básicas en la escuela era la astrología. No se pretendía que todos los chavales fueran astrólogos, ni mucho menos, la astrología como otras materias en la antigüedad, formaba parte de una formación humanística esencial que aproximaba al ser humano a la naturaleza sin tener que recurrir a ecólogos, a políticas ecologistas ni a inventos materializados por una sociedad que sólo es capaz de tener como signo de distinción el famoso eslogan "tanto tienes, tanto vales".
Actualmente poca gente se interesa por lo que en la antigüedad fueron estudios básicos.
La filosofía, las lenguas clásicas, la matemática, la retórica, el arte, y un amplio etc. solo tienen valor si existe un entorno economicísta.
Ciertamente también se perdió un valor esencial como es la confianza mutua.
No hace tantos años el trabajar en una empresa suponía una fidelidad hacia esa empresa y un compromiso del patrón hacia el empleado.
Nuestros padres nos transmitieron este hecho como esencial sin embargo dificilmente podremos transmitir este valor a nuestros hijos. Los tiempos han cambiado, me dirán Vds, las personas han cambiado, les diré yo.
Los norteamericanos desde siempre han tenido una gran admiración hacia Europa. Sueñan con visitar Europa como parte de su formación. La mayoría de los que se establecieron en Europa, no quisieron volver mas a su país. Aquí las adquisiciones sociales son mas sólidas.
Por año, ¿cuantos días de vacaciones tiene un norteamericano y cuantos tiene un europeo? ¿Cuantas horas por semana trabaja el uno y el otro? ¿Es realmente mas elevado el nivel de vida de uno con respecto al otro?¿Cuantos impuestos se pagan? ¿A que tiene derecho uno y otro?.
Los europeos cometimos el error de pensar en términos capitalistas puros.
Envidiamos a los norteamericanos por sus riquezas y enviamos a nuestros mejores elementos a estudiar a sus Universidades en lugar de potenciar las nuestras, mucho mas antiguas y solidas en el tiempo.
Nuestros enviados no transmitieron sus valores a los universitarios americanos sino que se dejaron arrastrar por la pseudo-cultura norteamericana y lo que es peor la importaron a Europa tratando de imponerla como el adalid de todos los bienes, cuando en realidad lo que hiciron fue importar, solamente, las peores cosas.
Ellos nos siguen envidiando y nosotros a ellos.
¿Cual es la verdadera calidad de vida?
Cada vez más nos encerramos en las grandes ciudades porque en ellas se pueden tener mas oportunidades, cuando en realidad lo que hacemos es aborregarnos más y más.
Pensamos que los habitantes de lejanos países no poseen un nivel de vida correcto, ¡pobrecitos, viven en medio del campo! Viven en medio del campo pero viven felices, respiran aire puro, hoy en día, con un poco de suerte, disponen de todos los artilugios modernos -"hasta los gatos tienen zapatos"-.
En la ciudad nos apretujamos en apartamentos de 80 m², cuatro personas, con vistas al bloque de apartamentos de enfrente, respirando el humo continuo de los coches y sistemas de calefacción que queman continuamente petróleo que pagamos a precios imposibles, ¡vaya! que pagamos para auto-envenenarnos, ¡genial!.
Si tratamos de decir a nuestros hijos que hay que ser honrados en el trabajo nos dirán que para qué. Porque si es para que nuestra empresa nos ponga de patitas en la calle cuando se les antoje o simplemente nos pre-jubile cuando estemos en nuestra mejor situación profesional porque les salimos caros, está más que claro que, a diferencia de nuestros padres, nuestra generación se ha quedado sin argumentos para recomendar un comportamiento ético a nuestros hijos.

Lo dice el tango "Cambalache": El que no llora, no mama y el que no mama es un gil.

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